Extracto: Somos Jirafas / Solferino.

Extracto de la novela: Somos Jirafas

Solferino

Escrito por: Rasé.

Fotografía: Natasha Gudermane.

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No dudo de nadie, ni tampoco nadie duda de mí. Los huevos que prepara Marlene en la cocina huelen por todo el departamento y las cosas que Carla me platica sobre Nadia Comaneci y Aurelia Dobre me vienen  y me van como el olor pestilente del refrigerador que dejó abierto Ana para que Marlene pudiera preparar los huevos, que se escuchan freírse en el sartén, que Marlene sostiene con esa perseverancia de buena cocinera. Carla ahora me deja de platicar. Se concentra en su celular. Me quedo mirando fijamente a Carla aunque ella no lo nota. Me gusta Carla y supongo que Velvet lo sabe. No me importa que lo sepa. La sigo mirando. Sanche se acerca hacia la computadora de Marlene. Baja el volumen de la bocinas. Se queja. Dice que los vecinos van a regresar a tocarnos la puerta y que esta vez va a ser inevitable que nos echen a todos del edifico. –Cálmate, no seas aguafiestas.- Le reclama Marlene. Todos sabemos que Sanche tiene razón, pero nadie dice nada.  La incompresible apatía del cuarteto se hace presente y es que nos gustaba en verdad la canción que sonaba antes de que Sanche bajara el volumen de la bocinas. Incluso Velvet que  no sabía la letra, comenzaba a tararearla discretamente. Ana salé de su habitación y se postra  frente a todos nosotros como esperando que alguien le pregunte que intenta demostrar. Ana espera. Nadie dice nada. –Ya lárguense todos de aquí, que me quiero ir a dormir temprano.- Marlene se echa reír desde la cocina. Ana busca aprobación en el rostro de Marlene. No la encuentra. Velvet toma mi brazo, lo levanta  y se recuesta en mis piernas. Carla voltea a verme y mira después a Velvet. No logro descifrar que intenta decirme Carla con su mirada. Carla me gusta. Definitivamente me gusta mucho. Velvet me pregunta a qué hora vamos a regresar a casa.- I dont know.- Le respondo. –Wait until I have my dinner and everybody drinks the wine. Le grita Marlene desde la cocina. -A las doce y media nos vamos.- Responde Carla.- A esa hora cierran el metro.- Yo apoyo la moción de Carla, pero a ella realmente no le importa si yo me quedo o me voy. Comienzo a buscar a Ana por toda la habitación. Quiero ver si sigue recargada en la pared con su jeta de inconformidad, pero me doy cuenta que ya no está. -Menos mal- me digo en silencio. Así no va a notar que invité a alguien más al departamento. Velvet eleva su cabeza y me da un beso en la mejilla. Yo le doy otro. Carla no voltea. Esta vez no me importa. Vuelvo a besar a Velvet y Sanche nos interrumpe para preguntarme si mañana pienso ir al colegio. -No lo sé.- Le respondo.- Todo depende.- Y aunque digo eso, realmente no sé de qué depende, solo quiero evitar la conversación de la escuela. Suena la puerta y aunque todos se preguntan quién será, yo sé quién es. Es lucio, yo lo invite. Marlene abre la puerta y suelta uno de sus gritos de emoción fingidos. Hasta este punto de la noche no se a quien le gusta más quien. Existe una telaraña de sentimientos revueltos en esta habitación que es difícil de comprender. No se trata de un triángulo de amor bizarro como lo de New Order, sino de un cuadrado o una pentágono que se yo.  Lucio siente algo por Velvet, lo logró percibir. Velvet siente algo por él, pero me respeta lo suficiente como para levantarse de mis piernas y lanzarse sobre mi amigo. Yo estoy completamente perdido por Carla y ella no siente nada por mí. Y aunque sintiera algo, el hecho de que Velvet esté recostada sobre mis piernas, censura cualquier sentimiento que pudiera tener por mí. Marlene sigue preparando los huevos y sabe (en silencio) que después de unos cuantos vinos, va a terminar besándose con Sanche a escondidas en alguna esquina de la habitación, a pesar de que daría todo, todo, todo por morir prendida en los labios de Lucio. La habitación es un caos de miradas. Todos saludan a Lucio. Acto seguido nadie lo puede creer. Lucio pintó su cabello de amarillo. – ¡Que hiciste cabrón!-. Le digo sorprendido y aprovecho para quitarme a Velvet de encima.- Nada, parce.- me responde.- Le dije que me iba a hacer algo que diferente a todo. Algo que nadie se atreviera hacer.- ¡Verga!- grita Sanche.-Ahora si te la mamaste.- Marlene deja por fin el sartén en paz. Se acerca a Lucio y toca su pelo, se queda callada. Susurra unas cuantas veces entre dientes que no lo puede creer. Siendo sinceros nadie lo puede creer. Sin siquiera voltear a ver a Velvet, sé que todo este teatro del pelo amarillo de Lucio le excita. A Velvet le excita lo trastornado. Lo contra natura. La desobediencia civil y el espíritu Bonnie & Clyde de las personas rompe ley. Supongo que Lucio lo sabe. –Ya está abierto el vino.- Dice Carla sin soltar su celular. Me acerco a la mesa y sirvo dos tragos. Sanche se me queda viendo. Ahora sirvo tres tragos para todos los hombres. -Estás muy loco cabrón. Muy pinche loco.- Le digo a Lucio que parece no escucharme mientras saca de su mochila una botella de Vodka. –No, no, no. Venga parce, hoy vamos a tomar bien.– Me dice quitándome la botella de vino. Marlene grita desde la cocina con un decidido ¡SI! Carla nos dice que ella no quiere tomar. Nos repite que ella se va a la doce y media cuando cierren el metro. Velvet me dice que quiere Vodka. No puedo dejar a Velvet con Lucio y largarme con Carla. Decido quedarme. Ana comienza a quejarse otra vez desde su habitación.- Cállense por favor.- Sanche nos advierte que no hagamos ruido, que los vecinos van a regresar. Lucio me sirve un trago de Vodka y uno a Velvet. Me pregunta si mañana pienso ir al colegio. – ¡Que no sé cabrones!- respondo enfadado, no sé si por la pregunta o porque realmente creo que a Velvet le gusta Lucio. Todos se quedan mirándome. Sanche sube el volumen de la música otra vez. No creo que nadie lo haya notado. -No dudo de nadie, ni nadie duda de mí- me digo en silencio. Carla deja de mirarme y vuelve a su celular. Me gusta Carla. Me gusta mucho. Y a Velvet le gusta tomar tanto que vuelve a pedir otros dos vasos de vodka. Uno para ella y uno para mí. Me da por pensar que Lucio está tomando para olvidarse de esa madre que se hizo en la cabeza. –Me gusta guey. Te hace ver diferente.- le digo con cierto tono de seriedad, para impregnar de veracidad mi afirmación. Velvet se pone cachonda cada vez que toma y comienza a sobar toda mi espalda. Carla se levanta del sillón y se dirige a la cocina con Marlene. Mis ojos no dejan de vigilar sus pasos. Marlene manotea. Creo que dice algo sobre el pelo de Lucio. No. No está diciendo nada sobre el pelo de Lucio. Carla hace señas de malestar. Marlene saca una bolsa de plástico de la alacena. Le pide a Carla que cuando salga saque la basura. Carla le dice que sí y me voltea a ver. ¡Mierda! Se dio cuenta que la estaba viendo. – ¡Parce!- me grita Lucio. -¡Ponga atención! A lo que dice Sanche. Francia acaba de declararle la guerra a la República Centroafricana.- Otro vodka para  mí y para Velvet.- ¿Qué me pasa?- me pregunta mi cabeza frenética. Velvet me ama, lo puedo notar y sí, puede sentirse atraída por Lucio, pero me ama. Es hermosa. Es la más deseada. ¿Por qué no la puedo amar de la misma manera? ¿Porque Carla me gusta tanto? – Si, es un hecho. Acaban de declarar la guerra.-  Marlene se acerca con sus huevos al sillón y le pregunta a Lucio cosas sobre el gobierno francés que realmente no le interesan en lo más mínimo saber. Carla abre la puerta y se va con la bolsa de basura. Todo se detiene: Proyecto en mi mente un escenario alterno en el que yo parto con ella del departamento y comenzamos hacer el amor encima de los botes de basura. Estoy completamente loco por sus piernas. Intento recordar que me decía al principio de la noche, sobre Nadia Comaneci y sobre Aurelia Dobre. No logro recordar nada. Velvet toma mi mano y me besa una vez más en la mejilla. Sé que hoy nos acostaremos como lo hemos venido haciendo desde hace unas semanas. Aún así  mi cabeza no deja de pensar en la niña gimnasta. – ¡Súbanle a la música! Si se enoja Ana es su pedo.- nos dice Marlene.- Yo también pago renta.- Entonces Sanche le sube a la música y comienza hablar sobre el primer ministro y sobre los africanos. Lucio le dice que no y luego coincide con él en algunas cosas. No puedo dejar de pensar en cómo se pudo haber pintado el cabello de amarillo. Lucio está completamente loco. Velvet coloca en la computadora I follow rivers. Todos un poco ebrios comenzamos a tararear la canción. Creo que Ana se volvió a quejar unos minutos después, pero la verdad no estoy seguro. Suena la puerta. Esta vez ya no sé quién es. No invite a nadie más. – ¡En la madre!- Grita Sanche- Son los vecinos.- Y todos no quedamos callados con la música en alto. Esperando a que quien quiera que sea, vuelva a tocar la puerta una vez más.

Y ahí permanecemos esperando, callados, una señal de advertencia, sea la que sea, con tal que nos indique que este semáforo amarillo está a punto de gritarnos alto.