Poesía. XI (Colección: Llora la tierra más que las nubes…)

Paloma.

Escrito por: Rasé.

Arte: Banksy

banksy

La paloma despegó como la idea.

(Cruzó los cielos & las arenas)

Rebanó cuatro nubes/ robó la sombra de tres estrellas

Dos notificaciones del jurado

(Recibió después del hurto de ellas.)

(Y no las pago por cierto)-

Y es cierto que,

la paloma llegó justo al final del mundo.

Para escapar de los cuervos,

Para encontrar el punto, donde el sol no quema.

Pena / Rueda / Berrea

Escapa paloma del miedo inmortal de la muerte.

De las voces / cuchillo de la gente.

Y a ella no le queman los pies (Moctezuma)

Ni arden sus sueños en la hoguera del delirio.

De lirio /sus alas. (Con las que despegó como la idea)

Canto de sirena /  esperanza del mundo

Compartido con antenas /Cruzó la paloma: cielos & arenas.

Y

Trazó rectas a través de la vereda.

Paloma ciega / Si mueres tú, muere el mundo.

Blanca “u-v” pintada para ser curita de guerras.

Las penas / tuyas / mías / enfermas

Los lisiados en batallas / De cristal nunca serán tus alas.

Ni las alas de los aviones de guerra.

Balas/  sinsentido / imágenes de sangre (obscenas).

Paloma Hiroshima. / Paloma Armenia.

Paloma Rwanda. / Paloma Camboya.

Paloma Vietnam /Paloma Palestina.

Paloma America latina.

Paloma todos y cada uno de los granos de arena.

Y la sierra.

Y el desierto.

Y el monstruo disfrazado de grillo infeccioso de muerte.

(Que la guerra no me sea indiferente.)

Ardan los bancos / Los billetes (¡ojetes!)

Los que paloma /te arrastran

Entre cámaras de gas y desiertos turcos.

Hurtos

Incompresibles

Del sentido humano de la humanidad.

Del la traducción mal entendida del origen del mundo

Del apetito incomnesurable que devora al amor / Boca maldad.

 

La paloma despegó como la idea.

(Que cruzó los cielos & las arenas)

Paloma enferma / Lisiada/

Con un pie de palo y la espalda trabada.

Los lobos (los salvajes ogros)

Los cuervos / los odios

Un tsunami ahogado de ellos.

El mundo entero/ no es el cielo paloma.

Y aquí habremos muerto antes de tiempo (si olvidamos  tu vuelo)

sin pena ni gloria.

 

Poesía. X ( Colección: Cosas que suceden…)

Salvajes.

Escrito por: Rasé

Arte Visual: Man Ray

Man Ray 15

Se enteró un día cualquiera de que tenía rayos,

que a través de sus dedos, pies y manos,

tenía una arma que los sabios buscaban desde hace años,

y jugaba y las hacía parecer pistola y gatillo,

y con su ojo semilunar apuntaba hacia cualquiera

que fuese el objetivo.

Y todo era tan fácil mientras confiara en sí mismo

porque fue de la nada como supo que tenía rayos

y fue de la nada también como se enteró

que la noche,

no era un mito sino una sombra

y que los corazones cuando son embarrados

terminan siempre como alfombra

y aprendió también,

que la abejas pican y no solo regalan miel,

y que utilizando sus uñas (bien)

podía hacer tormentas que electrificaran los cuerpos

desde el meridiano del ombligo hasta la sien.

Se enteró un día cualquiera de que tenía rayos,

y se enamoró de un india sagrada,

y le tejió el cielo y le limpió sus alas,

y sabría que nada sería lo mismo una vez que la besara.

Y le enseño a bañarse entre las estrellas,

como si estas estuvieran predispuestas a limpiar el mundo,

y no se jactó de de tenía rayos

(en sus piernas y manos)

hasta que se miró a través de las persianas de ella

(y fue un momento abrupto) Si lo fue.

¿Y tenía miedo? Si, tenía mucho miedo,

y era una cobarde  timorato, maricón, pocos huevos

y los rayos se le fueron reduciendo tan solo hasta los dedos

y los fantasmas los fueron asfixiando al pobre par de ciegos.

Y después,

ya no se enteró un día cualquiera de que tenía rayos

sino que ahora para desgracia de ambos,

de alguna manera,

habían terminado vendados;

Enclaustrados en las rejas de sus propios temores,

que no comprendían la razón de los constantes albores,

que nos narran:

que amar es morir.

Y que morir no es más que sacrificar.

Ofrendar.

Entregar los corazones y los truenos,

los labios y los rayos,

esos rayos,

que se tenían en un principio

(en los dedos, pies y manos)

y perderlo todo, como bellos salvajes,

primitivos,  nómadas.

Anclados a la mar de recuerdos,

donde solo queda la ceniza del beso

y la factura mal pagada de un corazón

que murió pataleando, tintineado, ahogado, preso.

Se enteró un día cualquiera de que tenía rayos,

y el saberlo lo llevó de la mano a su propio,

triste, eterno, obstinado y vicioso engaño.

Se enteró un día cualquiera de que tenía rayos,

Y no debió, más tuvo que hacerlo.

Se enteró un día cualquiera de que tenía rayos,

de que tenía rayos,

de que tenía rayos,

Y se le quemaron los dedos como a Ícaro las alas

Y ella no era para él / Nunca fue.

Y ya no le pertenecía más / Nunca fue.

y aún así se enteró, a pesar de todo.

El sabía / muy adentro

que tenía rayos, aún guardados.

Cuentos. V (Colección: Cosas que suceden…)

Anima.

Escrito por: Rasé.

Pintura: Renato Guttuso

Imagen

A las almas no se les puede engañar. Es algo que no sabía Joaquín. Las almas se encuentran allá abajo, entre las calles y las cafeterías, se miran entre las tiendas y los parques de la alameda central, se reconocen entre la tienda del carnicero Don Pedro y la comisaría del ayuntamiento, las almas no se pueden confundir, pero nadie le había dicho eso a Joaquín. Eso no venía escrito en los condicionamientos generales y en caso de que hubiera venido escrito, seguramente hubiera estado anexado con letras chiquitas en la parte inferior del contrato, donde el hecho de verlas es casi  imposible y se podría dar por seguro, la mala intención con la que este fue redactado.-Y te miré y se me hicieron agua los ojitos-. El camino de regreso siempre es más difícil que el de idaEl camino de regreso siempre viene plagado de dudas, de reflexiones, de satisfacciones inconclusas por el hecho de no poder permanecer en el lugar utópico en el que ya se estuvo una vez (Se estuvo contento.) El camino de regreso es de sonrisas que vienen y se van, es de recuerdos, de memorias, de nostalgias, de abrazos-despedidas-reencuentros, abrazos-despedidas-reencuentros, abrazos-despedidas-reencuentros, el camino de regreso es sinónimo de la parábola del hijo prodigo. – ¡Hoy es el día! ¡Es veinticuatro! ¿No es cierto?- Joaquín era un ángel, pero parecía más un búho y no sabía muchas cosas que debería haber sabido antes de haber nacido. De Joaquín, se  podía decir que era un tipo ingenuo. Y es que todas las noche regresaba a casa de Tona, obstinado, tirando piedras a la ventana, gritándole- ¡Tona! ¡Sal! ¡Que ya llegaron los mariachis!-  y todos se le quedaban mirando como un loco, un borracho indeseado. ¡Ya vete a dormir cabrón!– gritaba el vecino de ella y el se hacia el sordo y se quedaba horas y horas con su guitarra mirando hacia la ventana, esperando, contra las manecillas, el frío, las cuatro de la mañana y el desamor, esperando que la cortina se moviera aunque fuera dos centímetros a la derecha o la izquierda o al lugar que fuera, pero que se moviera, con lo ojitos de Tona  detrás de ellas,  asomándose discreta, contenta, callada, ausente. Pero vamos a ser sinceros Joaquín ¿Cómo pudiste pensar en algo así? ¿Por qué lo harías? ¿Por qué? Donde inicia la cordura y donde termina la razón. -Ciérralos.- No tenías que haber hecho caso jamás, todos saben que antes de hacer tal o cual cosa, se tiene que mirar con sospecha todo, poner en duda todo, cerrar un ojo y dejarlo entre abierto para ver que esta pasando alrededor, no se puede entregar tan fácil ¿Me entiendes?. – ¡Que los cierres Joaquín! – Y es que lo entiendo, más no lo justifico. Ya sé lo que vas a decir: El amor, la fragilidad del momento, sin mencionar que era tu cumpleaños (¿Era tu cumpleaños?) – ¡No! ¡No los quiero cerrar Tona! Déjame ver que tienes ahí.- Ingenuo, torpe, crédulo Joaquín ¿en que momento decidiste? Es tan fácil perderlo todo en dos, tres, cuatro segundos. La vida gira y no nos podemos imaginar los vuelcos que da en una abrir y cerrar de ojos y es que hasta el más inocente tonto lo sabe: “A las almas no se les puede engañar.” -¡Ciérralos y adivina!- te dijo. Y tú lo hiciste.  Y era húmedo, delicado, era un sueño, un dedo fantasma tocándote la nariz y luego ¡Planck! Reventaba y reventaban dos a la vez ¡Planck! ¡Planck! Y ella reía, con esa risa sincera, con esa carcajada bendita de niña y a ti también te daba risa. – ¡Son burbujas!– le dijiste. Y si lo eran. Y es que Joaquín era un ángel, pero parecía más un búho y no sabía muchas cosas que debería haber sabido antes de haber nacido, como llevar serenata cuando las personas descansan o se sabe en donde están, pero era necio,  terco, Joaquín, siempre rebelde contra la teoría del espacio y el tiempo, de lo físico y lo metafísico también. -¡Tona! ¡Sal! ¡Que ya llegaron los mariachis!-. Pero no, no, no, esta vez no  iba salir, porque las serenatas se llevan cuando la otra persona se sabe donde descasa. –¡Hoy es el día! ¡Es veinticuatro! ¿No es cierto?-. Sí, sí lo era y aparte era tu cumpleaños, si lo era, ahora lo recuerdo mejor. Y ella seguía soplando y las burbujas y estaban levitaban por todo el coche y se llenaba de bolas de cristal todos los asientos, todo el auto y los ojos, y los espejos. – ¡Son burbujas!-le dijiste. – ¡Si!- se echó a reír- ¡y todas revientan como pompas de jabón!-. Faltaba muy poco para llegar, casi media hora sin paradas en gasolineras o en baños públicos, pero decidiste. Decidiste hacerlo y para serte franco, no lo entiendo. No lo concibo. Explícamelo por favor. Nadie dijo que sería fácil, nadie, pero hombre, podías haber intentado no hacerlo.- ¡Te amo!- te dijo y subió el volumen del auto.  – ¿Recuerdas la primera vez que nos vimos?- y tu recordabas todo. Sabías todo. Todo. Todo. Le dijiste que lo sabías desde que la habías mirado por la ventanilla, le dijiste que sabías que la conocías de otra vida y que eso era algo difícil de reconocer, pero que es imposible no saberlo cuando sucede, porque a las almas no se les puede engañar –Y te miré y se me hicieron agua los ojitos-. No Joaquín, no era el momento, no lo era, pero siempre fuiste tan crédulo, tan confiado. La vida te tenía que enseñar que tú no tenías la correa para controlarla. -Ciérralos.- y los cerraste esta vez. Fue un segundo, un parpadeo –¡Tona! ¡Sal! ¡Que ya llegaron los mariachis!-. ¡No! ¡Joaquín!, ¿como le llevas serenata a alguien que no descansa? – ¡Que los cierres Joaquín!-  y es que entiende, entiende por favor, torpe, necio, inocente Joaquín, entiende que a las almas no se les puede engañar.

 

¡Planck!

¡Planck!

 ¡Planck!

 

-¡Son burbujas! ¿No es cierto?

Poesía: Tres lamentos efecto de una negativa. (Pte. 3)

No digas.

Escrito por: Rasé.

Arte Visual: Mike Mills

Mike Mills (vaso)

 

No me digas que vuelves porque las migas se las comieron los cuervos.

Se extinguieron las mariposas rojas con las que todo el mundo confunde el amor.

En los ojos se vuelve muda la mirada cuando se niega desde adentro la petición,

Se filtra dentro de mí velita, la gotera, la humedad del agua salada,

que cae del parpado, que viene del ojo, que se vuelve mudo,

cuando se estampan los cisnes de tu ambigua respuesta de brújula rota,

de tragedia de siglo XX. Sin remedio, sin importancia, intranscendente,

como la vida que sigue con reloj en mano,

como el tiempo que nos va persiguiendo y se devora los cabellos de los peatones viejos y  ya no queda nada, ni tu mirada muda, ni el centro del universo

que nosotros creamos

cuando nos dijimos, nos pensamos,

ni mis miedos, ni los tuyos

( si tuviste alguna vez).

ni las ganas, ni los sueños,

ni la pregunta contestada con la mirada muda de tus ojitos

que se niegan sin moverse una vez más.

 

No me digas que vuelves porque las migas se las comieron los perros.

Porque aquí ya nadie va recoger los vasos rojos que se quedaron ayer,

porque las ventanas y las puertas andan bien abiertas por si tu espectro se decide a regresar un día,

en forma de nube o de ventisca, o de palomilla negra en la esquina.

Porque podría estructurar un libro de lamentos,

redactado con lagrimas, y con canciones escritas en francés

y parecería patético

como ver a un perro invalido gritando auxilio en la coladera,

aullando la triste canción de los enamorados.

 

Ahora por favor amiga. No me  digas que vuelves más.

Porque  mi amor por ti no va cambiar, ni pasar,

De un dia para otro,

Porque las cosas llevan su tiempo y los clavos sacan otros

 

 

Y no somos ingenieros, ni doctores para

Recetarnos tiempo para olvidar.

 

No me digas que vuelves porque las migas se las comieron ellos,

Y Ahora si se nos acabo la hora,

Ahora si despertamos a canto de gallo.

Del  sueño eléctrico de dos extraños,

Que volaron como truenos

y cayeron a la sombra del cielo,

entre lágrimas de algodón,

como tormenta.

 

– La violencia  es la espalda del amor.-