“Estas son las quimeras que en la mañana de la vida nos encantan y nos pierden. He intentado fijarlas sin mucho orden; pero bastantes corazones me comprenderán. Van cayendo las ilusiones unas tras otras, como las cortezas de un fruto, y el fruto es la experiencia.”
Gerard de Nerval
Bad luck to talk on these rides
[…]
I’m sure we’re taller in another dimension
You say we’re small and not worth the mention
[…]
But we’re so okay here, we’re doing fine
Frank Ocean
Y bien, tomarás tus cosas
Y yo tomaré las mías
Y en la ventana estarán girando la estupidez
Y los autos y las bolsas de basura
en onda cíclica y caduca
para volver a postrarse en nuestra puerta (un buen día)
con el olor a miasma del pasado
pasado por las montañas de mierda que huelen a nosotros.
Que huelen a lo que vivimos
entre tantos juegos de luces
que en su momento fueron sombra
y después fotografía
y ahora son bruma
un archipiélago evocado por un alemán
y así te repetirás en mil imágenes
(Como un pinche cliché)
En sesenta máscaras
(como un pinche cliché)
que dirán:
–Hola soy yo otra vez, mismo nombre y apellido.
Y yo amontonaré todas tus playeras, sudaderas, calcetines
suéteres y los souvenirs que dejaste en mi casa
y los empacaré en una caja de cartón
que dirá tu nombre
que dirá
el mismo nombre y apellido
que resonará como un eco
como los traumas que vuelven cuando no los llamas
como las narco-llamadas de extorsión
en otros nombres y apellidos de gente nueva
que será gente vieja, ante mis ojos cansados;
Pero, para entonces,
yo estaré mirando la televisión
con la sospecha
de quien mira una obra conceptual
de características auto-referenciales.
Y ni siquiera el Sorry de Justin Bieber repetido hasta su puta madre
En una fiesta de pubers
Ni el Réquiem Solemne de Do menor de Haydn
En una misa en Salzburgo
Me sacarán de la cabeza todos tus defectos
Que ahora, a la distancia
[compuesta no por los KM
sino por el silencio sepulcral]
me parecen buenos
como lo son también
las islas inofensivas
quimeras de cartas marinas
cuando uno, no las visita
en posición de náufrago
y sólo las imagina desde la ventana;
Pero, para ese entonces,
yo ya estaré en un país,
cuyo nombre ni siquiera puedo pronunciar
sin equivocar gramaticalmente el gerundio
intentando darme entender
con alguien que tiene
tu nombre y apellido
el mismo nombre y apellido que nada sabe ya de ti.
Y creeré que está bien que así sea,
porque, de todas maneras
ni siquiera canta con el mismo tono
a pesar de saberse de memoria
todas nuestras canciones
que le hice aprenderse para pensar en ti, Olimpia.