Escrito por: Rasé.
Pintura: Egon Schiele
A veces pasa.
en las que un hombre y una mujer se encuentran.
A veces pasa
y no es destino, sino instinto animal lo que los ata.
A veces pasa y ambos se muestran sus guerras,
su deseo de hallar el cáliz de la resurrección,
de vomitar el alma de un grito,
como hedonismo contado por el cosmos en tres segundos,
en la alacena y el sillón
donde el corazón no vale,
ni la razón,
sino el deseo de los labios,
de besarlos, de curarlos.
A veces pasa
en el punto justo,
cuando las mareas tornan undívago el vientre
cerca al triangulo bermudeo del ombligo,
y muestran el cielo
en la sombra sagrada que guardan los muslos,
donde el regalo se encuentra en el infarto
que ocurre al momento del abandono de los cuerpos.
A veces pasa,
Cuando la casa se halla íntegramente sola
y el placer animal colma las paredes de sudor
que no avergüenza, sino que hidrata,
mientras se miran con los dedos
y con los parpados como telones,
se telepatean entre quejidos y suspiros.
A veces pasa, cuando ambos lo deciden,
Y sacian lo saciable
Y besan lo besable
Y logran delegar el ángel en segundo que parece hora eterna
previniendo la ceremonia
que se refleja en la aurora del espasmo intangible,
de un cuerpo a otro.
A veces pasa
Y él dice- cinco segundos y de forma recta al corazón-
Y ella solo mueve la cabeza, de un lado a otro
y se niega, obstinada
porque cuando a veces pasa,
no es el corazón el que juega,
ni lo cinco segundos,
es el sillón y la alacena,
es el deseo,
es el beso y la delegación del ángel que crea las mareas,
son los labios. y la fractura de entre los muslos completada,
es eso y no más.